Las Polaridades

“Si algo se te opone y te desgarra, déjalo crecer; eso quiere decir que echa raíces y te estás moviendo. Bendito sea este desgarro que hace que te des a luz a ti mismo, porque ninguna verdad se muestra y es alcanzada claramente (…) Has de saber que cada contradicción sin solución, cada disputa irreparable te obliga a crecer para absorberla (…) Porque cuanto más se eleva un hombre por encima de sí mismo, mayor es la altura desde la que considera sus disputas y disensiones, hasta que al final se le esfuman en la nada.” (Antoine De Saint-Exupéry)

Mi llegada a la astrología tiene lugar después de la formación en gestalt. Fue toda una sorpresa descubrir el peso y la relevancia que las polaridades también tenían en este sistema de conocimiento. A través del paso por la astrología conocí la importancia que se le otorgaba a las ideas de polaridad y totalidad. Por ejemplo, en los signos opuestos (Aries-Libra, Tauro-Escorpio), las casas (una- siete, dos-ocho) y los planetas (Marte-Venus, Saturno-Júpiter).

Tanto la gestalt como la astrología humanista proponen que el conflicto interior y la tensión que surge de las polaridades es difícil de experimentar para la mayoría de las personas. Cuando ocurre el conflicto entre dos partes, por ejemplo: el deseo de libertad con el anhelo de pareja (marte-venus), tendemos a identificarnos con una parte y proyectar la otra, de modo que la percibimos como una fuerza ajena a nosotros que nos impide el bienestar.

Al ser percibida como una energía externa (la pareja), nos sentimos impotentes, desvalidos e incapaces de hacer algo para resolver la situación. Solo cuando tenemos la conciencia y el arrojo de tomar y recoger nuestras proyecciones ( por ejemplo afirmar: quiero una pareja que respete mi libertad”) somos capaces de ejercer algún poder sobre nuestras vidas.

El recurso estrella de la terapia gestalt para el trabajo de las polaridades es la técnica de la silla caliente o silla vacía. El primer paso, es polarizar bien las posiciones para que las posturas o polos queden bien definidos y sea posible tomar una adecuada conciencia de ellos. De forma alternativa y repetidamente, la persona se sitúa en una y otra posición para que exprese sus respectivos sentimientos.

En un determinado momento el encuentro se revelará estéril en una sarta inacabable de quejas, ataques y frustraciones recíprocas. Una vez llegados al punto de saturación, la salida es sustituir los reproches por la vía del diálogo constructivo entre ambas posiciones. Es la manera de que puedan escucharse el uno al otro hasta que se concreten puntos de acuerdo que hagan posible una mayor armonía.

Es necesario permitirnos tener la experiencia plena del callejón sin salida, en el que nos encontramos en blanco frente a un muro que nos cierra el paso. No se le debe considerar un punto muerto, sino más bien un vacío fértil. De este vacío puede surgir algo nuevo y energizante. Es importante que en el proceso nos comprometamos emocionalmente y no se quede simplemente en una mera palabrería, llegando a conectar con la cólera o estallar en lágrimas.

La compatibilidad de la terapia gestalt con la astrología se enmarca dentro del movimiento del potencial humano. Dane Rudhyar, al que podemos considerar como el padre de la astrología moderna cambió el enfoque para sacarla de su tendencia profética, fatalista y orientada a los hechos, para encaminarla hacia el crecimiento personal y la realización.

En los años 60, este autor llevó a cabo una reformulación de la astrología clásica siguiendo las líneas de una psicología humanista en desarrollo durante esa década, lo que culminaría en lo que ahora conocemos como “astrología humanista”. Para este autor, el yo individual es el resultado final de la vida humana, no es algo que nos viene dado de antemano, sino el resultado del esfuerzo y un empeño continuo de integración e individuación.

Rudhyar aporta un marco teórico fundamental por el uso experimental de la astrología en base al objetivo de convertirnos en seres humanos completos y sanos haciendo una síntesis integrada de cuerpo, mente y alma.

La terapia gestalt es un enfoque que debemos a Fritz Perls y que se enmarca en la corriente humanista. Sus principios básicos la definen como: fenomenológica, existencial y vivencial.

Fenomenológica, porque resalta el valor del darse cuenta en el aquí y ahora y en el centrarnos en lo obvio, que es aquello que nos informan nuestros sentidos.

Existencial, porque se transforma en una filosofía de vida que orienta una forma de encarar las turbulencias y situaciones difíciles.

Vivencial, porque no es un método analítico basado en el razonamiento o la interpretación y que busca alejarse de las especulaciones mentales. Lo que prima es la experiencia y la visión integral, que nos recuerda que somos mente (Aire), emoción (Agua) y cuerpo (tierra). Ello implica reconocer que somos una totalidad configurada por la suma de esas tres partes que no podemos separar en nuestra experiencia.

El terapeuta encauza principalmente al paciente en la búsqueda del autoapoyo y reconoce que su papel es irradiar hasta donde su propio proceso interno ha podido llegar. Se trata de que juntos, terapeuta y paciente, puedan continuar creciendo. La terapia gestalt nos enseña que para alcanzar cierta paz y equilibrio interno es necesario reconocer los distintos aspectos de nuestra personalidad que luchan entre sí. A través de los mecanismos de defensa negamos, reprimimos y proyectamos nuestros conflictos en otras personas o en el entorno.

Fritz Perls otorgaba un lugar central al trabajo con las polaridades para salir de las identificaciones neuróticas fijas y ayudar a superar las rígidas limitaciones del ego. El paciente se identifica con alguna de sus ideas, conocimientos o acciones y declara un No violento y tajante a otras.

La meta es alcanzar la integración o también llamado “punto 0”, entendido como la posibilidad neutra de oscilación y recorrido de todo el abanico de posibilidades intermedias de respuestas. Algunas de las polaridades señaladas por Perls son: derecha-izquierda (masculino-femenino), parte superior-parte inferior (relación-apoyo), perro de arriba-perro de abajo (opresor-oprimido).

La aplicación en el contexto astrológico, requiere que estudiemos y conozcamos nuestra carta natal y elijamos los dos signos, casas o planetas en oposición o cuadratura que relacionemos con nuestros conflictos personales. Primero, podemos reflexionar sobre los significados astrológicos y la conexión con la forma en que los experimentamos en nuestra vida.

Por ejemplo, si elegimos una polaridad de planetas como la oposición entre Marte y Venus, estableceremos un diálogo entre ambos planetas, descubriendo y sintiendo qué queremos de cada planeta. A medida que profundizamos en el diálogo, debemos apartar nuestro conocimiento astrológico para dar lugar a que cada planeta se exprese espontáneamente y con naturalidad. Nuestro organismo debe experimentar el conflicto y la tensión y descubrir una posible solución o síntesis creativa entre las energías opuestas.

El ejecutivo y el ama de casa

Fuego: El Ejecutivo Tierra: Ama de Casa

(Rita) Trabajo terapéutico de polaridad (Gestalt)

Fuego: Yo soy energía impulsiva, iniciativa apasionada, rabia, un motor de arrastre inagotable, fuente de energía para los demás, la chispa de la vida, ilusión, proyectos y planes.

Tierra: Yo soy trabajadora y organizada, controladora y posesiva. Soy un poco lenta y pesada y me gusta la rutina.

Fuego: Me apagas y me “envenenas la sangre” con tu pachorra y tu control majadero. Tus miedos me sacan de quicio, no sabes divertirte ni disfrutar, lo único que te gusta es trabajar.

Tierra: Vas siempre corriendo a todos lados y no te enteras de nada. Por eso no ves la tierra que tienes delante por tus prisas. Vas en busca de un punto y te pierdes todo el camino en busca de esa meta, pero las cosas llegan sólo cuando tienen que llegar. Yo me deleito con el trabajo, es más provechoso que estar tonteando. Me desespera tu necesidad de cambio constante y de empezar cosas nuevas porque me desestabiliza. Pasas por las relaciones pero ellas no pasan por ti. Caminas tan acelerado que no dejas huella. Tu no sabes lo bien que se pasa toda una tarde votada en el sofá.

Fuego: Pierdes mucho tiempo, la vida pasa muy rápido y tú llevas un ritmo demasiado lento. Estás demasiado preocupada por tu espacio y tus propiedades . Eso no sirve para nada ¡Tanto apego a las cosas y la gente! No puedes haber nacido para quedarte en un agujero. Me da pena como desperdicias la vida, encerrada en tu pequeño círculo, en lugar de ser tú misma y ser alguien.

Tierra: Yo por lo menos tengo mi grupo, mi gente y no estoy sola como tú. Yo no tengo tu pulso ni tu valentía porque soy una “cagá “y una miedosa tremenda.

Fuego: Yo tengo que estar en guardia porque desde aquí sólo veo enemigos. A ti te van a comer los bichos ahí sentada, pero hay que estar preparados para lo que quiera que venga.

Tierra: Me dan ganas de mandarte “al carajo”, eres un individualista que sólo va a lo suyo. Tú luces tanto que yo me quedo en la sombra, lo mío no es tan interesante, ni está valorado. Me atraes pero también me das mucho miedo porque puedes arrasar conmigo. Si quieres que hagamos algo juntos necesito que tengas en cuenta que la seguridad para mí es muy importante. Yo decido el ritmo y la velocidad en la que me implico contigo.

Fuego: Por fin te empiezo a sentir un poco más cerca. Yo también te necesito porque tú me calmas. Así que algunos intervalos del día serán para ti. También te pido que limpies tu concepto negativo de mi, no ves lo positivo y es que “Yo soy yo” y también quiero que me vean los demás, no sólo tú. Me siento ridiculizado y juzgado por ti.

Tierra: Me gustaría usarte para limpiar mi tierra y mi casa. Quisiera tener un fuego que me ayude a quemar los rastrojos, alguien que me defienda y me proteja, en lugar de tener que ir a buscarlo fuera.

Fuego: Ahora sí que me puedo sentar y echarme un “buche” de café contigo. He estado en guardia todo el tiempo. Yo buscaba el enemigo fuera y en el fondo, lo tenía dentro de casa.