Conversaciones con los ancestros: Mi querida España-Guerras y dolor
NIÑOS
Vengo a exponer mi papel en todas las contiendas de este país. Yo me quedé solo y sin familia, sin nadie que cuidara de mí y sin ayuda. Me busqué la vida de todas las formas posibles y sobreviví algunas veces, otras no. Yo era el aceite que engrasaba la maquinaria en todas las batallas. Mi adolescencia pasaba desapercibida, pues yo era quien traía y llevaba noticias, alimentos o ayuda.
Mi función jamás fue reconocida, independientemente de los muertos, que ya fueron reconocidos. Pero no aquellos que nos jugamos la vida por un trozo de pan y de paz, los que tuvimos que crecer a pasos agigantados, fortalecer el ánimo y enterrar el miedo. El temor era tanto, que no cabía en estas batallas. Era de tal magnitud que se transformaba en una energía, que nos ayudaba a ir y venir, a llevar y traer.
Fuimos colaboradores y lo único que estábamos buscando, era una caricia y una palmada, de esas personas con las que contactábamos. Ese abrazo cuando conseguíamos algún logro, esa palmadita en la cabeza de los hombres, por no mostrar su debilidad. Con la desaparición de nuestros padres, el resto del mundo se convirtió en familia, que también iban desapareciendo unos tras otros.
Estoy aquí porque no les dimos las gracias a todos esos jóvenes por los pequeños gestos de amor que realizábamos. Como país, vengo a reclamar ese agradecimiento pendiente.
Maestros
Tu camino como individuo acaba de expresarse. Quieres arreglar eso, lo que supone dar un gran paso. Estas agradeciendo lo que hicieron los de atrás. La sociedad de este país tiene una deuda pendiente con esas personas como tú, que participaron en todas las batallas. Y eso dice mucho de una sociedad, lo que significa que el reconocimiento de la sensibilidad, aún no está presente del todo.
La sensibilidad con el otro es el gran aprendizaje pendiente de este país. El menosprecio hacia la juventud, sus ideas y movimientos en la vida. Los jóvenes hacen que otros vean y aprendan a través de ellos. Esa ausencia de respeto es un doloroso desprecio a la vida. La juventud no está reñida con la sabiduría de la existencia.
Los que estaban aquí reconocen tu participación y la siembra de semillas que haces ahora, para que esto vaya dándose en un futuro. Necesitamos aprender a respetar a la juventud, igual que un adulto, del mismo modo que se crean organizaciones para proteger la infancia. Ese trozo y etapa de vida ha quedado desgajado, suelto y sin atención. Todo esto ha de ser implantado en el individuo para que después la sociedad dé ese paso.
Te agradezco que hayas salido al centro de este círculo de fuego para recolocar un poco a este país desde dentro y hasta sus entrañas. Tu trabajo es aceptar que no siempre hay reconocimiento y aún, así, hacer lo que toca hacer. Si la humanidad no conoce su recorrido y sus movimientos desde los inicios, ni cómo ha llegado hasta aquí, no podrá recoger la fuerza para avanzar y seguir adelante.
Si cada país no se pregunta cuál es la deuda con las personas, no podrá recoger el aprendizaje que dejaron para el futuro. Esas semillas están en remojo, ese es el proceso. Con esta comunicación que se transmite a través de los libros y las redes sociales se están implantando unos conocimientos y unos datos que no se tenían. La falta de herramientas del ser humano para llegar a este punto, no lo permitían. Ahora, simplemente es el momento.